Llegó el día tan amado como temido por todos. El día en el que todo lo empalagoso está bien visto y la ironía abarca los corazones solitarios. Sí, el día de los enamorados es sueño y pesadilla, cielo e infierno, pero, sobretodo, es un día, como el de ayer y como el de mañana, en nosotros está el otorgarle la importancia en relación con lo que sentimos en ese momento. Y no, no voy a mencionar la importancia de querer a esa persona todos los días y no únicamente el 14 de febrero. Pero, nos guste o no, San Valentín es el día por excelencia del amor como ocurre con el día de la madre, por ejemplo. Vivimos este día haciendo críticas de cómo lo celebran otros, pero lo cierto es que cada persona lo vive de diferente forma.
Los que lo viven ilusionados con su pareja. Aquellos que despiertan con enormes ramos de rosas y pequeñas notas escondidas por toda la casa. Los afortunados en este juego que es el amor; odiados por aquellos corazones solitarios pero, ¿qué importa eso cuando la persona que quieres te ama?. Estar enamorado te arruina y te engorda, pero nada tienen que hacer estos dos aspectos frente a la felicidad de sentirse querido por lo que llaman nuestra media naranja. Lo que muchos ven como consumismo, otros ven ganas de regalar y gritar a los cuatro vientos que están enamorados. Al fin y al cabo, el amor es alegría, ¿no?.
Los que lo viven aterrados por la soledad. Los corazones rotos o reducidos a cenizas que cierran fuertemente sus ojos deseando que el día pase volando, o quizás lo que realmente desean es a una persona con la que pasar el día. Todo el que haya pasado por una ruptura sabe que, tras ella, hay tres días que son muy dolorosos: el cumpleaños de esa persona, el propio cumpleaños, y el día de San Valentín.Se aferran a la idea de una soledad permanente y no ven más allá de la oscuridad de una fecha que un día les fue especial. Al fin y al cabo, el amor es tristeza, ¿no?.
Los que lo viven, simplemente. Da igual que seamos solteros o tengamos pareja, es un día cualquiera, al menos para nosotros. Es el día en el que nos convertimos en la mirada realista de lo que algún día fuimos, porque a todos nos ha importado alguna vez el día de San Valentín. Nosotros no tenemos un novio que nos regale flores y bombones, ni dormiremos esta noche en un hotel del centro de cualquier ciudad; pero tenemos nuestros propios Valentines. Nuestros pequeños ángeles que están dispuestos a emborracharse con nosotros y brindar por la preciada soltería que compartimos. Aquellos que nos curaron las heridas que nos dejó un viejo amor, los que merecen todas nuestras carcajadas en un día como el de hoy. Sí, los amigos son los mejores compañeros el día de los enamorados. ¿Quién no ama a sus amigos? Personalmente, hoy he recibido flores, he comido con mi mejor amigo y me espera una noche rodeado de los mejores. San Valentín es un día para recordar a las personas que están a nuestro lado día a día que les queremos. Hay que sacar todo lo bueno, y con ello, nuestra mayor sonrisa, que es el mejor regalo en un día como este. Al fin y al cabo, el amor es amistad, ¿no?.
Supongo que a lo largo de nuestra vida, todos, sin excepción, pasamos por estos tres tipos de fases. No importa en qué orden ni si estamos estancados en alguna de ellas, porque tarde o temprano, viviremos las otras dos perspectivas. Y, con el tiempo, quién sabe si rodearemos el 14 de febrero con un corazón, lo tacharemos, o simplemente mantendremos intacto este día del calendario. Mientras tanto, y que no suene con espíritu festivo...¡Feliz San Valentín a todos!
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